Beinerth y el sueño de un Chocó bilingüe

En 2013, Beinerth Chitiva, quien fue docente de la Institución Universitaria
Colombo Americana - Única, especializada en formar maestros bilingües, convenció a su esposa, empacó las maletas y, aún con los reproches de sus hijos, a finales de ese año y junto con su familia, dejó la capital del país y regresó a su natal Quibdó.

A diferencia de muchos en Quibdó, Chitiva logró acceder a la educación superior, y se graduó de lenguas modernas con énfasis en inglés en la Universidad Tecnológica del Chocó; salió de su ciudad a trabajar en Cali como docente de inglés del Instituto Colombo Americano, se convirtió en abogado de la Universidad Católica de Bogotá y viajó a Estados Unidos como parte de un intercambio.

Fue profesor de español en Michigan y en 2005, con el apoyo de Colfuturo, inició una maestría en tecnología educativa en la Universidad de Michigan. Al terminar sus estudios en 2007 regresó a Colombia no sólo por el requisito que tenía con Colfuturo de regresar, sino porque sentía que tenía el compromiso de aportar de forma positiva a su país.

A diferencia de muchos en Quibdó, Chitiva logró acceder a la educación superior, y se graduó de lenguas modernas con énfasis en inglés en la Universidad Tecnológica del Chocó

Llegó a Bogotá a trabajar en la Institución Universitaria Colombo Americana, en la que coordinó el departamento de inglés y trabajó como docente. Después de siete años y con el deseo de ayudar en el desarrollo de su departamento, regresó a Chocó.

Una decisión que muchos le tacharon de loca porque, cada año, Chocó entra en la lista de los departamentos con mayor desempleo y pobreza en el país. 

Pero Beinerth tenía un plan para regresar a su ciudad: mientras su esposa se encargaba del emprendimiento familiar (una heladería de sabores propios de la región), él se dedicaría a fundar un centro para aprender inglés a bajo costo para que más niños de Chocó pudieran ser bilingües.

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La heladería no se hizo realidad. Pero en 2014, Beinerth abrió el Centro para el Aprendizaje de Inglés en Quibdó, una corporación sin ánimo de lucro. Desde entonces, tiene un promedio de 120 estudiantes al año.

Uno de los grandes resultados del instituto de Beinerth es que en las pruebas Saber 11 del año pasado, sus estudiantes tuvieron un promedio de 73 puntos, mientras que el país no alcanzó los 50 puntos y Chocó no llegó a los 40, según este informe del Laboratorio de Economía para la Educación de la Universidad Javeriana.

Chitiva le aseguró a La Silla que el 87 por ciento de los estudiantes que presentaron la prueba se encuentran en los estándares B1 y B+, los niveles más altos de calificación de las pruebas Saber, lo que quiere decir que pueden comprender textos y conversaciones y comunicarse con un amplio vocabulario, según el Marco Común Europeo de Referencia que es un estándar internacional para calificar las competencias en inglés.

El B1, el cuarto de los cinco escalafones con los que se califica el desempeño de ese idioma en Colombia (comprender y expresarse de forma oral y escrita), era el nivel que la mitad de los estudiantes que terminaban bachillerato debían tener en 2005, un año después de que Uribe creara el Programa Nacional de Bilingüismo, meta que no se ha logrado ni en un 5 por ciento hasta 2018.

“Es difícil medir a todo el país con el mismo rasero cuando todos no tienen las mismas condiciones, pero esa es la realidad”, dice Beinerth quien por esa misma desigualdad ofrece becas completas y parciales para futuros estudiantes de su instituto o de la Universidad Tecnológica del Chocó.

Para Chitiva, quien considera los retos que tiene el país pasan por capacitar más docentes en inglés, contar con aulas que tengan herramientas tecnológicas y audiovisuales para que la enseñanza sea más íntegra.

En su instituto, Beinerth ya ha superado ambos obstáculos, por eso busca que más estudiantes de bajos recursos tengan oportunidades con el inglés.

Una de las beneficiarias de las becas que ofrece Chitiva fue Maryuri Zúñiga, quien desde los 12 años llegó de la vereda Uzaraga, en el Bajo Baudó, a Quibdó para trabajar como empleada doméstica en hogares, mientras terminaba el colegio. El sueño de estudiar inglés era lejano hasta que Beinerth le dio una beca.

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Lleva seis de los diez semestres, y aunque Maryuri sabe que le falta perfeccionar su inglés, espera en un futuro cercano que este segundo idioma le abra las puertas. “Quiero seguir estudiando, conocer otras partes del mundo, afianzar más la lengua en un país donde el inglés sea nativo”

Liz Violeta Castañeda, de 15 años, también pagó sólo la mitad de los costos del instituto; llegó allá porque su mamá, Yaffaidy Córdoba, una administradora de empresas, no quería que repitiera su historia de perder oportunidades laborales por no saber inglés.

“Hoy en día, dominar una segunda lengua, en este caso el inglés es muy importante para tener mayor posibilidad de acceder a mejores trabajos en el mercado laboral y mayores salarios. Básicamente esa habilidad ya es indispensable”, le dijo a La Silla Luz Karime Abadía, codirectora del Laboratorio de Economía para la Educación de la Universidad Javeriana

Además de lograr o no un empleo, manejar un segundo idioma impacta en el salario. Según la revista Forbes, una persona bilingüe puede ganar hasta un 25 por ciento más que una persona que no lo es (aunque no aclara si en Colombia o en cualquier lugar del mundo).

En este caso, Isabel Tejada del grupo de investigación ‘Educación para el bilingüismo y el multilingüismo’, dice que ganar más o no depende del nivel de inglés técnico, es decir del que maneja una terminología propia de cada carrera.

“Lo que estamos intentando hacer en el sector educativo es que los estudiantes tengan un nivel básico y luego tengan la oportunidad de escoger cómo lo refuerzan en la educación superior”, aclara Tejada, aún cuando reconoce que hay un porcentaje importante de jóvenes que no llegan a la universidad.

Bajo la lupa de varios estudios, el aprendizaje en inglés en el país no marcha bien. Por ejemplo, el mes pasado Colombia ocupó el puesto 77 entre 100 países evaluados cuya lengua nativa no es el inglés, según el estudio EF English Proficiency Index (EPI) y su clasificación en habilidades de escritura y comprensión auditiva fue ‘muy bajo’.

Sin embargo, Carolina Cruz, jefe de inglés para sistemas educativos del British Council, le dijo a La Silla que el estudio del English Proficiency Index no toma una muestra representativa del país y la evaluación que realiza es de manera virtual a la que cualquier persona puede acceder, por lo que no expone la realidad completa del país frente al inglés.

Cruz aclaró que, aunque no se ha alcanzado un nivel alto de inglés, sí ha disminuido el porcentaje de estudiantes en niveles muy básicos. Además, dijo que el Gobierno realizaba un esfuerzo por cerrar estas brechas.

“Hace tres años un estudiante de un colegio público no contaba con materiales para aprender inglés, ahora contamos con un currículo sugerido para enseñar inglés, materiales o libros para aprender con los profesores que también están online y los docentes se han entrenado en el uso y manejo de estas herramientas”, dijo Cruz.

Este año, el Ministerio de Educación entregó más de 1,6 millones de libros de inglés en más de 4500 instituciones educativas en todo el país.

Por ahora, el bilingüismo en el país sigue siendo un reto en un mundo en el que el inglés se ha convertido en un idioma universal. Y que lo será cada vez más.

Como dice María Luz Rodríguez, en nuestro podcast El Futuro del Futuro, los mejores empleos en diez años, que serán aquellos vinculados a la tecnología, se ubicarán en aquellos países cuya población trabajadora esté preparada para ellos. “Porque la tecnología permite ubicarlos en cualquier país del mundo”, dice. Y el prerrequisito básico es que hablen inglés.

“¿Por qué el inglés? Porque el inglés es la lengua de la globalización, de la ciencia, de la tecnología. El mundo habla inglés. Quizá en 10 años tengamos que cambiar a otro idioma, pero aprender una lengua extranjera ya te cambia, dejas de pensar sólo en tu cultura, alzas la vista y ves todo el mundo que te rodea”, asegura Lilibeydy, desde el colegio La Fontaine en Cali.

Lee el artículo completo en La Silla Vacía.

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