Marcela Escovar: creando lectores para toda la vida

A través de su proyecto Picnic de palabras, esta bogotana, beneficiaria del Programa Crédito Beca de COLFUTURO y enamorada de la lectura, ha logrado proponer e implementar una forma innovadora y experimental para promover el uso de los libros infantiles en Colombia y en otras ciudades del mundo.

Escrito por: Luis Carlos Proaños O.

“Después de mucho andar, me defino como diseñadora de experiencias editoriales”, así explica su naturaleza la literata bogotana Marcela Escovar Aparicio. Ella, ávida lectora, con experiencia en bibliotecas y gestión cultural, es la creadora de una iniciativa de gran impacto nacional e internacional llamada Picnic de Palabras.

Este proyecto itinerante de lectura sobre literatura infantil en espacios públicos, nació en 2012 en un parque de Bogotá y hoy, 11 años después, ha traspasado las fronteras colombianas para ser replicado en más de 11 países de Latinoamérica como Argentina, México, Ecuador, Venezuela y Uruguay.

Marcela Escovar y su proyecto Picnic de palabras

 

Un proyecto y una vida arropados por la lectura

Es probable que la semilla de esta idea haya surgido en la infancia de Marcela, cuando su padre se dedicaba a leerle, para inculcarle este hábito como parte de su rutina y de su futuro. Por eso, en 2012, y luego de un proceso de catarsis durante la enfermedad que él tuvo y tras su muerte, esta egresada de la Universidad de los Andes dio inicio al proyecto.

Con muchos recuerdos de él leyéndome, sentí la importancia de la lectura para contener momentos difíciles y dolorosos, es algo que te permite respirar. Para mí la lectura es un lugar para tomar aire, desconectarnos un minuto, ampliar la mirada y volver con nueva información a nuestra realidad. Desde ese lugar reforcé mi proceso, mis sueños y mi futuro. Así nació Picnic”, recuerda.

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“Decidimos quedarnos y tres meses después paré, vi la dinámica, las familias y tuve la certeza de decir «esto es tan poderoso que la gente, cuando lo vea, lo va a querer hacer»."

De ese modo, tras conversaciones provechosas con amigos y luego de vivir unas prácticas reveladoras trabajando con la Biblioteca Nacional y viajando por todo el país, Marcela puso en marcha un esqueleto de lo que sería el proyecto: “Una experiencia de lectura de literatura infantil con familias, compartiendo con ellas y sensibilizándolas sobre la importancia de esta acción en el desarrollo cognitivo, emocional y social de los niños”, así lo explica.

Picnic de palabras, iniciativa de lectura infantil

Todo empezó en el parque con los hijos de las personas que vendían helado en su barrio. Al ver el impacto que tuvo en las niñas que hicieron parte de esta sesión inicial, Marcela decidió que tenía que continuar.

Meses después, se detuvo a analizarlo en retrospectiva y percibió, con orgullo, la dimensión de lo que había construido. “Decidimos quedarnos y tres meses después paré, vi la dinámica, las familias y tuve la certeza de decir «esto es tan poderoso que la gente, cuando lo vea, lo va a querer hacer.» Se volvió una comunidad de lectura super bonita. Éramos líderes sociales que leíamos por amor al arte”, explica.

Tras publicar en redes sociales lo que hacían desde Picnic, recibió mensajes de otros países para replicar esta iniciativa. “Fueron seis meses publicándolo. En marzo de 2013 en Monterrey (México) ya estaban haciendo su propio Picnic, luego en Ecuador, Argentina, Brasil, Uruguay, Estados Unidos, Italia y Venezuela”.

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Potenciar el impacto y pensar en grande

Durante la puesta en marcha de Picnic de Palabras, al interior de Marcela surgió la necesidad de especializarse y conocer a fondo la literatura infantil para potenciar el alcance de lo que estaba logrando con esta iniciativa.

Por eso, entre 2015 y 2016 empezó a planificar todo, teniendo en mente lo económico y la elección del programa, para hacer realidad su maestría en el Reino Unido. En ese camino se encontró con COLFUTURO y realizó dos postulaciones a la convocatoria del Programa Crédito Beca. En ambas resultó seleccionada. Tomó la decisión de viajar, finalmente en 2016, tras haber aplicado a la Universidad de Glasgow, y ser aceptada en el MEd Children´s books and Literacies.

“El que existan programas como el crédito beca de COLFUTURO, que faciliten estas oportunidades, hacen que uno vea el país desde otro lugar"

Al iniciar sus estudios en Escocia, Marcela se sorprendió con el hecho de que algunos de sus profesores ya conocían sobre Picnic. Eso le dio una idea de que había construido un proyecto gigante que se escurría por las fronteras físicas del mundo y trascendía a otros países. “Fue un espaldarazo, y supe que esto que estaba haciendo estaba llegando más lejos de lo que ni yo misma me imaginaba”, recuerda.

Picnic de palabra, niños leyendo

Lo vivido en esta etapa la convenció de que había tomado la decisión correcta para seguir enrutando y desarrollando su proyecto de lectura: “La práctica se conectó con la academia, y era lo que yo buscaba: entender cómo articular las prácticas con la teoría, y cómo conversan las dos áreas para generar nuevo conocimiento, nuevas aproximaciones y potenciar lo que veníamos haciendo”. 

“El que existan programas como el crédito beca de COLFUTURO, que faciliten estas oportunidades, hacen que uno vea el país desde otro lugar. Me pasó que, cuando hablaba de lo que hacíamos en Colombia, la gente decía: ‘Wow, ¿todo eso pasa en tu país?’ Uno también se vuelve embajador, y eso es super bonito”, reconoce Escovar en la actualidad.

“Así es como descubres otras maneras de conectarte con el país, también desde el sabor y el olor, al extrañar lo cotidiano. Lo que se extraña se atesora. Y eso te permite tomar perspectiva: a mí eso me hizo darme cuenta de que el país y sus sabores son increíbles. El día que descubrí que podía hacer arepas y patacones, me sentí más cerca de mi casa”, agrega.

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Ampliando el alcance a nivel internacional

En Glasgow, mientras estudiaba, tuvo la oportunidad de darle un alcance académico internacional a su proyecto. Gracias al apoyo de sus profesores, pudo realizar una sesión de Picnic de Palabras en la ciudad. “Para mí fue un tesoro, era tener un trofeo. Fue increíble compartir con mis profesores la experiencia de hacer Picnic de Palabras, porque en el marco de la educación hay jerarquías, y esta universidad tiene algo muy especial: validan tu experiencia, lo que traes para aportar, y desde ahí construimos entre todos conocimiento. Ese es el corazón de la educación. Un lugar donde todos aportamos, y esto potencia más el proceso de los otros y el propio”, agrega.

Picnic de palabra, niños leyendo

De esa etapa quedó en contacto con su profesora y coordinadora de la maestría, la reconocida autora e investigadora mexicana Evelyn Arispe, y esa conexión tuvo un impacto a gran escala posteriormente.

Al terminar su etapa de estudios, Marcela volvió a Colombia para seguir dándole horas de vuelo a ese zepelín grande y colectivo en el que se había convertido Picnic de Palabras. Pasaron dos cosas que, conectadas, marcarían el futuro de la trayectoria del proyecto.

Con la llegada de la pandemia y la obligatoriedad del confinamiento social, desarrolló, junto al Museo de Arte Moderno de Bogotá (MAMBO) una iniciativa de lectura infantil en voz alta, en medio del encierro, llamada ‘Picnic en el MAMBO’ que fue compartida desde la página de YouTube de la entidad. “Hice una curaduría de libros, desde la colección de Picnic y las ilustraciones, imaginándonos que estas ilustraciones podrían estar colgadas en un museo al lado de estos cuadros. También hicimos un espacio donde invitamos a ilustradores colombianos para que nos compartieran su quehacer tras “bambalinas”, y lo que los motiva a hacer sus libros, para presentarlos a las familias desde sus casas”.

"Toda esta experiencia nos ha hecho concentrar nuestros esfuerzos en llevar Picnic de Palabras a la ruralidad con nuestros libros, que activamos y entregamos donde más se necesitan". 

Después de esta experiencia, conversó con la profesora Arizpe y validó la importancia de lo visual en el imaginario de los niños y los adultos. “Cuando le conté lo que habíamos hecho, me dijo que justo estaba sacando la tercera edición de su libro sobre la lectura en los niños y precisamente el capítulo nuevo era sobre libros y museos, y nos invitó a hacer parte de esta publicación”, relata.

En 2021, Marcela envió una viñeta que daba cuenta de la experiencia, y tuvo tan buena recepción que la coautora y la editora del libro le pidieron escribir un caso de estudio. Este año salió publicado en la versión impresa del libro Children Reading Pictures, New Contexts and Approaches to Picturebooks. La experiencia de Picnic en el MAMBO también la presentó como una ponencia en el 25 Congreso Bienal de la Sociedad Internacional de Investigación sobre Literatura Infantil IRSCL2021: Tramados Estéticos y Pedagógicos. 

En diciembre de 2021, tras una alianza con la Fundación Gratitud del cantante Fonseca, realizaron unas jornadas de lectura en una zona vulnerable del municipio de Soacha. Al terminar, los niños querían quedarse con los libros, pero hubo uno que la sorprendió profundamente. “Llegó un niño y me dijo ‘profe, ¿cuánto cuesta este libro? Yo se lo compro, tengo 20 mil pesos’. Era un libro de 300 páginas, de dinosaurios. Él me preguntó que dónde había comprado el libro y le dije que en una librería. Me dijo ‘¿Eso qué es?’”.

"En la acción, busco que todo esto sea un aporte, aunque puede ser solo un granito de arena, sé que está sumando en aumentar el amor por la lectura en Colombia y el mundo. La idea es que la gente que lee, lo haga porque tiene sentido para ellos, desde un lugar que sostiene y nos permite respirar”

A partir de ese momento, su experiencia previa como editora de libros encajó al dedillo con una necesidad: producir libros de gran calidad para ponerlos en uso en la ruralidad de Colombia a través de la estrategia de Picnic de Palabras. “Moverlos y distribuirlos en zonas del país donde no hay librerías, donde no hay editoriales, y en donde los activamos con la experiencia de Picnic de Palabras en familia”.

Este proyecto vio la luz en 2022, con 4 autores y escritores del colectivo Corocoro, con quienes compartió sus ideas. “Ellos estaban trabajando en sus proyectos y justo tenían uno que encajaba perfectamente con esta idea y los libros salieron en marzo de 2023”, cuenta. 

“Toda esta experiencia nos ha hecho concentrar nuestros esfuerzos en llevar Picnic de Palabras a la ruralidad con nuestros libros, que activamos y entregamos donde más se necesitan. Realizamos experiencias de Picnic en el parque de Alcalá, y compartimos la información a través de nuestra cuenta en Instagram @picnicdepalabras, en donde nos pueden seguir y contactar. A lo largo de este año, me he dedicado a promover las colecciones porque busco que nuestros clientes potenciales sepan que pueden donar las colecciones o comprarlas y apoyar una segunda colección. También estoy creando un portafolio de servicios para empresas, donde combino la colección de los libros y fortalezco procesos de lectura entre los empleados. La idea es generar estrategias de concientización, desde recursos humanos, sobre la lectura, sus beneficios y los tipos de libros que existen, porque en las empresas están los papás, y si impactamos a los papás, ellos van a impactar a sus hijos”, agrega Marcela.

El reconocimiento de estas experiencias tiene su mejor representación en dos logros alcanzados recientemente: la nominación al top 3 de exalumnos de University Glasgow que están cambiando el mundo en University of Glasgow y el tercer lugar en el premio Quo Vadis de Social Business Creation, una aceleradora de iniciativas culturales en Canadá que cuenta con el soporte financiero de Scotiabank y HEC Montreal.

 

Lectores para toda la vida

Luego de lo que ha sido la experiencia recorrida, Escovar no cesa en su empeño de dejar una huella que perdure en la historia de los niños y niñas que han tenido la oportunidad de cruzarse en el camino de Picnic de Palabras. Dicho de otro modo, de crear lectores y que lo sean para toda la vida.

“Romper la obligatoriedad de la lectura y sentir que, así como yo crecí, sin darme cuenta, en una casa llena de libros con papás y hermanos que me leían, eso me formó y me cultivó. Mi sueño es que estas experiencias también sostengan a otros lectores. En la acción, busco que todo esto sea un aporte, aunque puede ser solo un granito de arena, sé que está sumando en aumentar el amor por la lectura en Colombia y el mundo. La idea es que la gente que lee, lo haga porque tiene sentido para ellos, desde un lugar que sostiene y nos permite respirar”, asegura.

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