La creación artística como catarsis: la búsqueda del director barranquillero David David

Tras su regreso al país luego de realizar una maestría en Barcelona con el apoyo del Programa Crédito Beca de COLFUTURO y el Fondo de Desarrollo Cinematográfico (FDC) de Proimágenes, el artista caribeño ha logrado, a través de sus narraciones audiovisuales, llevar a la pantalla y narrar desde otro ángulo algunas problemáticas sociales contemporáneas.

Una prueba psicotécnica le entregó la claridad suficiente a David Alfonso David Celedón para saber que el resto de su vida se iba a dedicar a una carrera audiovisual. Sucedió mientras estudiaba su bachillerato en Valledupar. “Descubrí que lo que en la mayoría de mi familia era una afición artística, podía convertirse en una profesión”, recuerda hoy en entrevista con COLFUTURO desde Barranquilla.

Fue así como se convirtió en Realizador de Cine y Televisión. Con ese pregrado, abrió sus perspectivas y amplió sus intereses para dedicarse de lleno a tres campos del audiovisual que lo movilizaban: el guion, la dirección y el montaje. Entonces armó un camino a tres bandas para abarcar cada una de estas destrezas.

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"Cuando vives por fuera adquieres una visión especial sobre tu realidad primera. Lo que antes era cotidiano y normal, pasa a ser auténtico e irrepetible".

El primer paso fue realizar y terminar una maestría en Escrituras Creativas de la Universidad Nacional de Colombia. Después, con el deseo de vivir una gran experiencia, llegó su momento de explorar la dirección. El destino escogido fue el exterior. Participó del Semillero de Talentos de COLFUTURO y Proimágenes, a través del Fondo de Desarrollo Cinematográfico (FDC), y recibió asesoría para encontrar el programa ideal para sus intereses. “Hice todo el proceso con la ilusión de irme a estudiar la maestría en España. Resultó bien porque me gané la financiación con el Programa Crédito Beca de COLFUTURO y Proimágenes, y un premio de ICETEX que se llama Artistas jóvenes talento”, explica David.

David David, y su experiencia cinematográfica.

En Barcelona, realizó la maestría en Dirección de Cine de la Escola Superior de Cinema i Audiovisuals de Catalunya, y gracias a su desempeño académico obtuvo una tesis meritoria y otra beca para continuar estudiando. Con ella, realizó la otra maestría que le faltaba: en Montaje cinematográfico. “Se estaba cerrando el círculo de las tres cosas que me gustaban”, relata con la satisfacción de un recuerdo orgulloso.

Creaciones tras un regreso inquieto

Una vez finalizado el ciclo de formación, llegó el momento de volver a Colombia. El retorno a sus raíces fue tomado interiormente casi como un deber por su parte.  

Cuando vives por fuera adquieres una visión especial sobre tu realidad primera. Lo que antes era cotidiano y normal, pasa a ser auténtico e irrepetible. En ninguna de las ciudades europeas que conocí pude ver una manifestación artística equivalente a las que tenemos en nuestro Caribe. Desde las artesanías hasta los utensilios de cocina, la visión que tenemos del mundo queda plasmada en lo que hacemos con las manos, lo que construimos a nivel local, que está inmerso en nuestro entorno. Es nuestra mayor riqueza, arte que puede convertirse en acervo cultural si nos apropiamos de él y lo mostramos. Saber eso me hizo tener más ganas de exaltar el contexto donde nací y me crié”, explica sobre ese momento.

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"El mayor sustento de las artes está en uno mismo, en cómo uno percibe el mundo. A través del arte, puedo procesar y convertir la carga negativa en algo positivo". 

Las inquietudes que surgían en su interior tenían que ver con una necesidad creciente de mostrar y narrar el mundo de la costa norte colombiana, con sus detalles identitarios. “Sentía que las historias que quería narrar estaban en el Caribe y tenía que volver allí para poder contarlas. Al regreso sufrí un proceso de readaptación, porque uno también se acostumbra al estilo de vida de los espacios por donde transita”, recuerda David.

Pero esa no era la única inquietud que lo desvelaba. En distintos lugares del mundo se cocinaban contextos de exacerbación del individualismo y el nacionalismo: Barcelona, con su movimiento separatista; Colombia con la polarización producida por la negociación del acuerdo de paz con las FARC, y los escenarios generados por la migración venezolana; y Estados Unidos con una movida nacional patriotera de la mano de Donald Trump en su camino a la presidencia.

Para David, como artista, esto era una realidad que ofrecía oportunidades narrativas. “Afortunadamente tenía muchas herramientas para afrontar, a través de las artes, esa situación social que nos afectaba a todos. Me sentía listo para tratar esos temas desde el audiovisual. Y desde allí concebí dos proyectos que fueron claves”, explica.

David David, director de cine

Fue así como surgieron el cortometraje Calaguala (2018), que “era una metáfora de lo que estaba viviendo personalmente, a mi regreso”, y la película La Frontera (2022) su ópera prima, “una historia que habla de los vicios y fallas que tenemos cuando intentamos comunicarnos entre nosotros”. Así las describe en sus propias palabras.

“Fueron la confirmación de que el mayor sustento de las artes está en uno mismo, en cómo uno percibe el mundo. A través del arte, puedo procesar y convertir la carga negativa en algo positivo. Es como una terapia. Todos deberíamos aprender a hacerla, desde el oficio que tengamos. Hacer catarsis. Esto no nos lo enseñan en el colegio. Tiene que ver con la inteligencia emocional, con cómo hacer para que todo lo que nos afecta en nuestro diario vivir, no termine consumiéndonos”, describe David David.

Producciones que simbolizan realidades

Justamente La Frontera, su primer largometraje, que habla sobre “las minorías indígenas y fue grabada por un equipo mínimo de quince personas, en zona rural del Cesar y La Guajira” según Proimágenes, ha recibido un gran reconocimiento nacional e internacional: ganó cuatro Kikitos de Oro, (incluyendo Mejor Película Extranjera) de la edición 48 del Festival de Cinema Gramado, dos Premios Andes del Festival de Cine de las Alturas, y una Mención de Honor del Festival Internacional de Cine de Cali (FICCALI), entre otros premios y selecciones. Esta película fue estrenada en diciembre de 2022 en cartelera colombiana.

La producción artística para David ha sido un ejercicio de catarsis. “En ese momento, regresando de España, me estaba llenando de muchas sensaciones de ansiedad, de anticipación, de estar en un momento de transición clave”.

Y con ese insumo de la realidad ha podido continuar creando y produciendo. “Quiero entender los nodos que conectan esto que ocurre en Europa pero también en Estados Unidos o en nuestro país. No tiene que ver con que una sociedad sea más rica o civilizada que la otra. Es un fenómeno global, como que mentalmente estamos atravesando un momento de individualización que nos hace actuar como islas y nos impide convivir sanamente. Hace unos quince años estábamos sacando pecho porque la tecnología nos permitía acortar distancias, pero ahora estamos poniéndonos barreras infranqueables para sentirnos seguros. Como que sentimos que nuestra individualidad está en peligro cuando abrimos las puertas al otro, al que es diferente”, reflexiona.

De allí nacieron otros proyectos como el cortometraje Año Sabático (2020) que habla sobre migración y la serie para televisión Vida de Colores (2020), sobre identidades de género, que produjo para Telecaribe tras ganar una licitación pública. Vida de colores se grabó en medio de la pandemia y tuvo su estreno europeo en Seriesmanía, un festival de series que ocurre en Francia y que es considerado el evento televisivo más importante del viejo continente. “Fui con la serie de un canal público regional, era la primera vez que Colombia participaba, y además ganamos el Premio especial del jurado tras competir con obras de grandes plataformas, de países como Estados Unidos, Canadá, Corea del Sur, Suiza o Rusia”, relata.

"Siento que esto es una máquina llena de muchos engranajes y he tenido la fortuna de ser una rueda que ha permitido que otras se muevan, unas más grandes, otras más pequeñas. Si una persona tiene la posibilidad de formarse en el extranjero, está trayendo información, conocimiento y la ilusión de que nuestro cine se convierta en una industria".

Todo ello ha sido posible de la mano de su productora Garabato Cine, un proyecto que surgió como una necesidad de formalidad empresarial, para poder llevar sus guiones del papel a la realidad.

“Al principio traté de ir a las casas productoras, buscando apoyo de personas que se enamoraran de mis ideas, pero no las encontré. Por muchas razones: de pronto porque las historias que quería contar estaban en el Caribe, y al haber estudiado en España y Bogotá, era difícil que conectaran lo suficiente como para venir a producir conmigo. Estaba aspirando a cosas que requerían la formalidad de una empresa que respaldara mis proyectos, así yo mismo estuviera detrás de esas producciones. Estaba aplicando y había ido a festivales internacionales como el de San Sebastián: allí estuve seleccionado en un foro de coproducción, pero tenía que ir como empresa. Entonces Garabato Cine surgió bajo esa necesidad”, recuerda David.

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Luego de su etapa de estudios en el exterior, David enfatiza en que para la producción audiovisual colombiana es clave que más personas puedan traer el conocimiento de punta, adquirido por fuera del país.

“Siento que esto es una máquina llena de muchos engranajes y he tenido la fortuna de ser una rueda que ha permitido que otras se muevan, unas más grandes, otras más pequeñas. Si una persona tiene la posibilidad de formarse en el extranjero, está trayendo información, conocimiento y la ilusión de que nuestro cine se convierta en una industria representativa para nuestro país. Los caribeños somos muy creativos pero nuestro talón de Aquiles es la falta de organización. El estudio te da la capacidad de ver las cosas en perspectiva, y herramientas para concebir las artes no solo como una afición sino como una profesión con la que puedes transformar tu entorno”, finaliza.

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