Durante más de 17 años, Miguel Cervantes Martínez ha sido parte esencial de la historia de COLFUTURO. Con compromiso, alegría y dedicación, ha acompañado el crecimiento de la Fundación y se ha ganado el cariño de todo el equipo de trabajo. Esta es la historia de un valduparense que encontró en la Fundación su segundo hogar. Un homenaje para reconocer su labor, su calidez y todo lo que representa para nosotros.
Escrito por Comunicaciones COLFUTURO
"COLFUTURO es puro amor y estabilidad, es mi segunda casa”. Así describe Miguel Cervantes Martínez su vínculo con la Fundación, donde ha trabajado por más de 17 años como mensajero.
Nacido en Valledupar, desde niño soñaba con vivir en Bogotá, inspirado por las vacaciones que pasaba en la capital, invitado por su tía, quien vivía en la carrera 33 con calle 15. Ese anhelo se cumplió en 1996, cuando vendió todo lo que tenía y se trasladó a la ciudad para trabajar con un conocido.
Su llegada a Bogotá le cambió la vida y marcó dos momentos decisivos. El primero ocurrió el mismo día que arribó: con sus maletas en mano, fue al Centro Policlínico del Olaya a buscar a su hermana que trabajaban allí en el área de radiología. En la ventanilla lo atendió Jenny Bello, sin saber que, años después, se convertiría en su esposa. Así comenzó una historia de amor que, 27 años después, sigue encendida.
El segundo hito fue su ingreso, en 1997, a la empresa de seguridad Custodiar Ltda. como supervisor de zona. Allí tuvo como una de sus responsabilidades la vigilancia de la sede de COLFUTURO, además de apoyar capacitaciones del área de Consejería Académica y colaborar en eventos de la Fundación.
Diez años más tarde, solicitó en Custodiar el puesto de vigilante en COLFUTURO y, en 2007, trabajó allí durante tres meses. Durante su etapa como supervisor había coincidido en otra empresa con Cecilia Salgado de Huertas, directora administrativa de COLFUTURO. Cuando se enteró de que el mensajero de la Fundación se iba, no dudó en pedir el cargo. “Por iniciativa propia me pidió una cita y trajo su hoja de vida. Me preguntó: ‘¿Se necesita moto?’. Le dije que no era indispensable y respondió: ‘Si es necesario, la compro’”, recuerda Cecilia.
El 1.º de septiembre de ese mismo año, Miguel se vinculó oficialmente como mensajero, rol que desempeña hasta hoy.
Actualmente, casi dos décadas después, Miguel continúa recorriendo cada rincón de la Fundación, animando, acompañando y apoyando a todos los equipos con su sonrisa genuina, su energía contagiosa y su disposición de colaborar en todo lo que pueda, más allá de sus funciones.
Miguel se define, ante todo, como una persona honesta y entusiasta: “me gusta que me digan las cosas y me gusta decirlas. Creo que todo en la vida debe hacerse con amor, con ganas y entusiasmo. Esa es una de las grandes facultades que tenemos como seres humanos”, afirma.
“Miguel asume funciones que no le corresponden pero que hace por iniciativa propia. Es familiar, responsable y buen miembro de familia"
Su esposa Jenny Bello lo enaltece por su armonía y amor. “Su compromiso como pareja se refleja en su dedicación diaria, en los pequeños gestos de amor y en su capacidad para mantener viva la chispa del romance a lo largo de los años. Es un hombre que valora profundamente la importancia de la comunicación, la empatía y el trabajo en equipo, cualidades que fortalecen nuestro vínculo y han creado un hogar lleno de armonía y amor”, detalla.
Como un tipo alegre, carismático y lleno de energía lo describe María Castiblanco, recepcionista de COLFUTURO: “Tiene una gran facilidad para entablar conversaciones. Lo que más destaco de él es su profundo compromiso con la institución, de la cual se siente orgulloso y agradecido. Es una persona proactiva, siempre dispuesta a colaborar y apoyar. Escucha con empatía y demuestra una preocupación genuina por el bienestar de los demás”, señala.
Nelson Cuevas, director del Programa Semillero de Talentos, lo conoce desde que llegó a COLFUTURO: “Es un ser humano excepcional e incondicional. Admiro su superación, es muy pilo e inteligente en las tareas encomendadas. Lo considero un amigo. Hemos podido conocer a su familia, a sus dos hijos, verlos crecer. Tengo la fortuna de contar con su cariño, su incondicionalidad y la forma en que nos cuida a todos”.
Para Cecilia Salgado, su compromiso es admirable: “Miguel asume funciones que no le corresponden pero que hace por iniciativa propia. Es familiar, responsable y buen miembro de familia. Sus hijos siempre están presentes y él lucha por ellos”.
Desde su llegada a COLFUTURO, su vida se encaminó hacia la tranquilidad. En su “segunda casa” vio convertirse en profesional en Contaduría a su hija Lizeth Dayana, y un año después de vincularse nació su hijo Miguel Santiago, quien este año ya termina su bachillerato, con la expectativa y preparación de sus estudios universitarios de negocios internacionales.
Esa estabilidad, por la que siente profunda gratitud, le ha permitido estar más cerca de los suyos: “He podido estar más tiempo con la familia, disfrutar a mis hijos, verlos crecer. Hay más tiempo para uno y para hacer otras cosas. He aprovechado cada minuto y cada segundo”.
“Durante la pandemia, cuando fue posible empezar a salir, Miguel empezó a ir a la oficina y se volvió la mano derecha de muchos para completar tareas"
Jenny lo resume así: “Gracias a su dedicación, hemos disfrutado de momentos de estabilidad, armonía y crecimiento compartido. Su labor le ha permitido estar presente en casa, participar activamente en los pequeños grandes detalles del día a día. Como familia, hemos vivido estos años con paz y con la gratitud de sentirnos apoyados y acompañados en cada paso”.
Miguel lo confirma con optimismo: “Uno tiene expectativas y, día a día, se siente con más confianza. Yo siempre dije: hay que seguir para adelante, y ahí vamos, mirando cómo se va encajando todo. Hasta la fecha, todo ha sido muy positivo en la Fundación”.
Cecilia Salgado recuerda cómo Miguel se convirtió en pieza clave del área Administrativa en momentos críticos: “Durante la pandemia, cuando fue posible empezar a salir, Miguel empezó a ir a la oficina y se volvió la mano derecha de muchos para completar tareas. Aprendió a apoyar en muchas actividades y, de alguna manera, también se volvió el custodio del mantenimiento de la casa. Está pendiente de todo”.
Miguel mantiene un profundo sentido de gratitud y orgullo hacia COLFUTURO. A lo largo de su trayectoria, ha sido testigo de su crecimiento y del compromiso que exige sostener ese nivel de excelencia: “Pienso que es por la responsabilidad que cada compañero de cada equipo realiza cada día mejor. Y esa es la expectativa para las demás personas: tener ese apoyo, de una respuesta a una solicitud adecuada y a tiempo. Eso hace y hará que COLFUTURO se mantenga cada día en ese nivel”.
“Que Miguel haga parte de COLFUTURO ha significado mucho más que tener un empleo; ha sido una fuente constante de equilibrio, paz y esperanza para nuestra familia"
Hablar de Miguel es hablar de constancia, entrega y humanidad. Su presencia diaria, siempre con una sonrisa, ha dejado una huella imborrable en la Fundación. Él es, sin duda, uno de esos pilares que, desde su labor cotidiana, hacen de esta institución un mejor lugar para trabajar.
Ángela Ruiz, profesional del área Administrativa, lo resume así: “Quiero expresar mi más sincero agradecimiento y reconocimiento a Miguel por sus años de servicio, 7 de los cuales he compartido directamente con él. Lo destaco por su gran dedicación y calidad humana. Agradezco su gestión, su sonrisa y por ser un buen compañero. Su labor es muy valorada, ya que siempre está dispuesto a atender las necesidades de COLFUTURO”.
Jenny, su esposa, lo expresa con emoción: “Que Miguel haga parte de COLFUTURO ha significado mucho más que tener un empleo; ha sido una fuente constante de equilibrio, paz y esperanza para nuestra familia. Su trabajo le ha permitido conservar la serenidad y la dignidad, asumir responsabilidades con calma y sin perder nunca su autenticidad ni su humanidad. Gracias a eso, hemos vivido años de bienestar y tranquilidad, sintiéndonos siempre acompañados y apoyados en cada paso".